Las princesas nos hemos olvidado.
No recordamos como son los dragones.
¿Eran de color rojo? ¿O tal vez dorado?
Tenían unas grandes fauces
y su aliento podía quemarte,
las garras eran fuertes.
Su único anhelo: ¡devorarte!.
A lo lejos creo ver a uno,
vestido con ropas de seda,
con reluciente espada y escudo,
y una montura que vuela.
Mi vida viene a reclamar,
pensando ser mi dueño.
¡Príncipe se hace llamar!.
No recordamos como son los dragones.
¿Eran de color rojo? ¿O tal vez dorado?
Tenían unas grandes fauces
y su aliento podía quemarte,
las garras eran fuertes.
Su único anhelo: ¡devorarte!.
A lo lejos creo ver a uno,
vestido con ropas de seda,
con reluciente espada y escudo,
y una montura que vuela.
Mi vida viene a reclamar,
pensando ser mi dueño.
¡Príncipe se hace llamar!.